Ana una mujer de fe en la Biblia que se convirtió en la esposa de Elcana a quien acompañaba en la época que debían ir a adorar en Silo, y mostraba mucha fe en Dios. Su vida no fue tan fácil pues debía sufrir la burla que le hacía Penina, la otra esposa de Elcana, ya que Ana era estéril, situación que le afligía el alma.
Sin embargo, esta mujer se levantó con mucha fe y en medio de su aflicción y se acercó en oración a Dios, para recibir el milagro que tanto anhelaba, que era concebir, haciendo un voto a Dios, a quien le dijo que si le permitía tener un hijo ella lo consagraría a su servicio, petición que Dios concedió.
Ana una Mujer de Fe en la Biblia
Al hablar de Ana como una mujer de fe se debe saber que su nombre proviene del hebreo "hanah" que significa "gracia", ella era una de las esposas de Elcana, quien debía soportar la burla de Penina la otra esposa, ya que era estéril y eso era una deshonra para ella, situación que la mantenía triste.
A pesar de ello Ana era la preferida de su esposo, ya que todos los años él se la llevaba a adorar a Dios en el templo de Silo, y juntos ofrecían adoración y sacrificios en ese lugar. Se podía evidenciar el amor que tenía Elcana por Ana, situación que molestaba en gran manera a su otra esposa, quien miraba con malos ojos esos privilegios que ella recibía.
Y de esa manera, Penina buscando herir el corazón de Ana se burlaba por su esterilidad, ya que ella si podía darle problema a Elcana, por lo que Ana se afligía en gran manera y buscaba su refugio delante de la presencia de Dios a quien oraba con mucha fe todos los días, hasta que se acabara su aflicción.
Características de Ana como Mujer de Fe
En medio de las circunstancias que le tocó vivir a Ana su forma de actuar siempre fue la correcta, mostrando ejemplo de sabiduría y fe en la que se destacaron las siguientes características:
La Oración de Ana que produjo el Milagro
Ana cada año viajaba con Elcana a Silo donde ofrecían adoración y sacrificio a Dios en el templo, y a pesar que su oración era constante, en uno de sus viajes imploró en oración de una forma especial, con un corazón derramado al Padre Celestial.
Fue un momento de oración en el que Ana con gemidos se postró a la presencia de Dios, para clamar por el milagro de concebir un hijo, y que no le negara la oportunidad de tener una vida con hijos, teniendo una fe inquebrantable, mostrando a Dios ese gran anhelo de su corazón.
Esta oración hecha por Ana cumplió una serie de condiciones que la hizo acepta al Padre Celestial, pues ella se dirigió de una forma respetuosa, con una gran fe, y con una humildad ante el Todopoderoso le pedía el hijo que tanto anhelaba, y que lo consagraría para el servicio especial de Dios.
Mientras eso ocurría Elí el sacerdote del Tabernáculo la observaba, pero no podía escucharla, y pensó que estaba borracha por lo que se acercó a ella y la reprendió, a lo que Ana de forma respetuosa le negó esa suposición y le manifestó que estaba derramando su corazón a Dios.
«Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora» (1ra. Samuel 1:13-16)
Es por ese motivo que el sacerdote Elí comprende que Ana había hecho una oración genuina, con gemidos y mucho amor delante de Dios por lo que Él le otorgó su bendición.
Es evidente que Ana tenía mucho respeto a la labor que se hacia en la obra de Dios, pues mostraba respeto reverencia a todo inclusive al siervo de Dios, de quien aceptó con mucha fe la bendición de Elí, y siguió su camino confiada en que su petición sería contestada.
El nacimiento del hijo de Ana: Samuel el primer profeta de Israel
Pasado el tiempo de la oración hecha por Ana se produjo el milagro en la vida en esta mujer, y Dios pudo ver la fe genuina, que le permitió recibir la bendición de tener un hijo, por lo que ella cumplió la promesa y lo entregó para el servicio del templo del Señor, y de esa forma se convirtió en el primer Profeta de Dios, llamado Samuel.
De este modo, cuando nació el hijo de Ana ella mantuvo la promesa a Dios, y en su tiempo estipulado para destetarlo lo presentó delante del sacerdote Elí, par que trabajara en la obra del Señor.
«Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí. Y ella dijo: !! Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová” (1ra. Samuel 1:24-28)
Se puede notar el amor que sentía Ana a Dios, pues tuvo que hacer un gran sacrificio que fue entregar a su hijo, lo que más había deseado, y lo hizo de una forma firme sin dudar. Y con el paso del tiempo Samuel siguió ministrando a Dios junto con el sacerdote Elí.
Ante eso Ana visitaba a Samuel cada año que iba al templo en Silo, y le llevaba túnicas como muestra de su amor a él. Ella cada ves que lo veía demostraba su satisfacción de tener un hijo, y el sacerdote Elí veía con buenos ojos el gesto de esta madre amorosa, por lo que le declaró una bendición a su vida.
Esto es una evidencia que Dios no solo respondió a la primera oración, sino que le llegó la multiplicación de esa bendición, por lo que trajo consigo nuevos hijos a la vida de Ana, pues ya no sería una mujer estéril, sino una madre de muchos hijos.
En este sentido, Ana es un ejemplo para todos los creyentes, pues ella elevó oración al altar de Dios y lo hizo de una forma genuina, mostrando su fe y dependencia absoluta a Dios, y de esa forma logró recibir el anhelo de su corazón.
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Ana es una mujer de fe en la Biblia, que enseña a todos los creyentes que Dios si escucha las oraciones y las responde. Por eso hay que acercarse a Dios con mucha fe, y a pesar de las dificultades que tenga debe confiar que el propósito de la oración tendrá su resultado así como lo hizo Ana.
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