Diferencia entre Iniquidad y Pecado

Diferencia entre Iniquidad y Pecado

Diferencia entre Iniquidad y Pecado es una buena pregunta para todos aquellos creyentes que desean profundizar en este tema, ya que muchos piensan que el pecado y la iniquidad significan lo mismo, pero no es así.

Puesto que el pecado es cuando la persona desobedece a Dios, hace algo indebido que le desagrada y va contra la palabra de Dios, es decir errar al blanco, pero su conciencia le acusa y se siente mal por haber actuado de aquella manera y se arrepiente.

Por su parte, la iniquidad es cuando la persona se acostumbra al pecado, y simplemente lo disfruta, no tiene vergüenza de cometerlo, ya no le acusa su conciencia en lo que está haciendo. Básicamente, se ha convertido en una practica común en su vida, ya es algo normal.

Diferencia entre Iniquidad y Pecado

Diferencia entre Iniquidad y Pecado

Para poder profundizar en este tema, es importante conocer el significado de cada palabra y entender su origen, en el caso de la Palabra Pecado proviene de la palabra hebrea “chattah” que significa “errar al blanco”. En este caso esta palabra se usa en

«De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos lo cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban» (Jueces 20:16)

Esto está hablando en un sentido moral, ya que la palabra se refiere a un acto distinto y específico de desobediencia, es decir a un fracaso para lograr un cierto nivel de vida.

En cambio, la palabra iniquidad proveniente de "awon" se refiere al carácter detrás de la acción, es decir que describe el carácter de una persona, que tiene inclinación hacia el pecado. Ciertamente, la iniquidad está relacionado con el pecado, esto implica mucho más que esto refiriéndose a la naturaleza misma de un individuo.

«Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Salmos 32:5)

En este caso la iniquidad se refiere al carácter detrás del pecado, se convierte en la fuente de los actos del pecado, se puede decir que la iniquidad es la adicción al pecado, ya es un vicio o hábito en su vida, y que no tiene ningún tipo de acusación de su conciencia.

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La iniquidad es la suma de todos los pensamientos torcidos, o la suma de la maldad del hombre, y en esto esta involucrado el mundo espiritual que viene a tomar posesión de la vida de la persona de una forma casi total.

Diferencia entre Iniquidad y Pecado

Extracto del libro 'La Iniquidad', Ana Méndez Ferrell.
«La iniquidad está intrínsecamente ligada al mundo espiritual de las tinieblas y es ahí a donde el diablo engarza las maldiciones que vienen de nuestros antepasados. Es en esta misma área donde se arraigan las bases legales de enfermedad que se transfieren de padres a hijos, a nietos. Es donde se encuentra la legalidad de Satanás para robarnos y oprimirnos y lo que va a ser un constante obstáculo para recibir la plenitud de las bendiciones de Dios. Esta es la principal puerta que tiene el imperio del diablo sobre la vida del ser humano, creyente o incrédulo. Es a través de la iniquidad que el maligno va permear el corazón del hombre, para poner en él todo tipo de deseos perversos y pecaminosos. A esto se le llama concupiscencia». 

Basado en lo anteriormente citado, se entiende que el ser humano debe comprender que la iniquidad desencadena un cambio sustancial en su forma de actuar y es por ello que surge lo mentado como concupiscencia.

«Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte» (Santiago 1:13-15)

La iniquidad se convierte en la forma en que el mundo espiritual de maldad, tome por completo la vida de las personas, y deposite en ellos todo tipo de pensamientos, que son ejecutados por la concupiscencia, y en el que la propia persona está totalmente cegada en sus acciones, ya que por lo general esto viene de una raíz generacional que es pactada por los pecados de sus padres y antepasados.

«La herencia de pecado ha sido trasmitida y ahora va a corromper el alma para que ésta empiece a desear hacer el mal. Será una fuerza irresistible en muchos casos que arrastrará a personas aparentemente buenas a cometer pecados abominables. Es por eso que hijos de alcohólicos, llegada cierta edad, empiezan a tener un deseo incontrolable de beber. Y a veces son hijos de cristianos o de pastores que sin razón alguna empiezan a desarrollar estas inclinaciones pecaminosas. La razón de esto es que no se ha tratado con la iniquidad». Extracto del libro «La Iniquidad», Ana Méndez Ferrell.

Diferencia entre Iniquidad y Pecado

La iniquidad viene a producir en la persona que no tenga ningún tipo de control y en el libro de Isaías se ilustra de que forma opera esta condición:

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Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como tramo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondite de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitarse pierde nuestra iniquidad» (Isaías 64:6-7)

Esto representa o tiene el significado que cuando las personas tienen iniquidad en sus vidas, ya no están en control de su propio destino y están como esa hoja que es llevada por el viento sin ningún tipo de control. Por eso en la Palabra de Dios enseña que es imperante apartarse de toda iniquidad, para que su vida pueda ser librada del maligno.

«Por tanto, yo os juzgar a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo, ¿por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues y viviréis» (Ezequiel 18:30-32)

Dios promete la salvación de todos los impíos que opten en abandonar sus pecados y volverse a Dios, y eso se puede lograr tomando la decisión en dejar el pecado atrás y reconocer a Jesús como su Salvador.

«Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10:9-10)

«Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá» (Ezequiel 18:24)

Es importante comprender que tanto los justos que confían en Dios, y le siguen deben permanecer en su camino, ya que si de repente se vuelven rebeldes a Dios, y se entregan al pecado y la iniquidad morirán como aquellos que siempre han vivido en pecado.

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Diferencia entre Iniquidad y Pecado

«Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir la obras de la carne, viviréis» (Romanos 8:13)

Lo importante de todo esto es el reconocimiento de Jesús como el que dirige los pasos de las personas, ya que el venció la iniquidad que agobiaba a todos en la cruz, por lo que en esperanza se espera su salvación.

«Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tito 2:13-14)

Recuerda que el Padre nunca rechazará un corazón que se arrepiente de sus malos caminos, por lo que hoy te invitamos a que si en tu caso has dejado que te gobierne el pecado o la iniquidad, echala fuera en el nombre de Jesús y empieza un nuevo camino junto con el Señor porque Él te perdonó.

«Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son personadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado» (Salmos 32:1-2)

 

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