Frase Dios no es Hombre para que mienta Números 23:19

Frase Dios No Es Hombre Para Que Mienta Números 23:19

La frase Dios no es Hombre para que mienta se encuentra en el libro Números 23:19, y describe la pureza que tiene Dios delante de sus hijos, pues Él no tiene variación en lo que dice.

Todo esto fue hablado por Balaam, quien por orden de Balac intentaba maldecir a los israelitas, pero Dios se lo prohibió y le ordenó que los bendijera, ya que Él había sido escogido como sus hijos.

Índice
  1. Frase Dios no es Hombre para que mienta Números 23:19
  2. Enseñanza de la frase Dios no es Hombre para que mienta

Frase Dios no es Hombre para que mienta Números 23:19

Frase Dios no es Hombre para que mienta Números 23:19

Esta frase que está en el libro de Números 23:19 que dice "Dios no es hombre, para que mienta" surge en un momento difícil en el que Balac contrató a Balaam para que maldigera a los hijos de Israel. Y en la Biblia lo narra de la siguiente manera:

«Y Balaam dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. Balac hizo como le dijo Balaam; y ofrecieron Balac y Balaam un becerro y un carnero en cada altar.

Y Balaam dijo a Balac: Ponte junto a tu holocausto, y yo iré; quizá Jehová me vendrá al encuentro, y cualquiera cosa que me muestre, te avisaré. Y se fue a un monte descubierto» (Números 23:1-3)

Todo esto fue preparado por Balaam para poder actuar conforme al plan de Balac, y Dios se le presenta y le indica lo que debía hacer, ya que Balaam era el profeta de toda la región de Mesopotamia, y Balac deseaba usarlo a su favor, a lo que le respondió lo siguiente:

«Y vino Dios al encuentro de Balaam, y éste le dijo: Siete altares he ordenado, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero. Y Jehová puso palabra en la boca de Balaam, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. Y todos volvió a él, y he aquí estaba él junto a su holocausto, él y los príncipes de Moab.

Y él tomó su parábola, y dijo: De Aram me trajo Balac, Rey de Moab, de los montes del oriente; Ven, maldíceme a Jacob, Y ven, execra a Israel. ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?

Porque de la cumbre de las peñas lo veré, Y desde los collados lo miraré; es un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones. ¿Quién contará el polvo de Jacob, O el número de la cuarta parte de Israel? Muera yo la muerte de los rectos, Y mi postrimería sea como la suya» (Números 23:4-10)

En este sentido, Balac al ver dicha situación donde Dios detenía su plan de maldecir al pueblo de Israel se molestó con el profeta y le reclamó y lo llevó a otro lugar para poder maldecir a este pueblo y es por ello que ocurrió lo siguiente:

«Y dijo Balac: Te ruego que vengas conmigo a otro lugar desde el cual los veas; solamente los más cercanos verás, y no los verás todos; y desde allí me los maldecirás. Y lo llevó al campo de Zofim, a la cumbre de Pisga, y edificó siete altares, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.

Entonces Balaam le dijo a Balac: Quédate aquí, junto a tu holocausto, que yo iré por allí a encontrarme con Dios. Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. Y vino a él, y he aquí que él estaba junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y le dijo Balac: ¿Qué ha dicho Jehová?» (Números 23:13-17)

En esta segunda oportunidad de querer Balac maldecir al pueblo de Israel tuvo una respuesta contundente por parte de el profeta Balaam dada por Dios, quien se negó de forma rotunda el deseo de destruir el pueblo israelita.

«…He aquí, he recibido orden de bendecir; el dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, y júbilo de rey en él. Dios los ha sacado de Egipto; tiene fuerzas como de búfalo.

Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios! He aquí el pueblo que como león se levantará, y como león se erguirá; no se echará hasta que devore la presa, y beba la sangre de los muertos» (Números 23:18-24)

Esta nueva de negativa de Dios produjo que Balac le respondiera a Balaam que si no los maldecía no debía bendecirlos, por ello el profeta le respondió que él debía obedecer lo que Dios de declarara, ya que Dios le indicó que bendijera al pueblo de Israel y él obedeció, y es por ello que no había forma de cambiar la bendición.

«Entonces Balac dijo a Balaam: Ya que no lo maldices, tampoco lo bendigas. Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te he dicho que todo lo que Jehová me diga, eso tengo que hacer? Y dijo Balac a Balaam: Te ruego que vengas, te llevaré a otro lugar; por ventura parecerá bien a Dios que desde allí me lo maldigas.

Y Balac llevó a Balaam a la cumbre de Peor, que mira hacia el desierto. Entonces Balaam dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. Y Balac hizo como Balaam le dijo; y ofreció un becerro y un carnero en cada altar» (Números 23:25-30)

Esa situación produjo que Balac siguiera insistiendo en que se produjese el daño al pueblo de Israel, y es por eso que se quiso mover a otro lugar a lo que el profeta Balaam no le hizo caso, sino que siguió en obediencia a Dios, y bendijo al pueblo de Israel.

«Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto; y alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él.

Entonces tomó su parábola, y dijo: Dijo Balaam hijo de Beor, Y dijo el varón de ojos abiertos; Dijo el que oyó los dichos de Dios, el que vio la visión del Omnipotente; caído, pero abiertos los ojos: …De sus manos destilarán aguas, y su descendencia será en muchas aguas; enaltecerá su rey más que Agag, y su reino será engrandecido.

Dios lo sacó de Egipto; tiene fuerzas como de búfalo. Devorará a las naciones enemigas, Desmenuzará sus huesos, y las traspasará con sus saetas. Se encorvará para echarse como león, y como leona; ¿Quién lo despertará? Benditos los que te bendijeren,
Y malditos los que te maldijeren» (Números 24:1-9)

Esta situación molestó a Balac en gran manera, y reclamó muy fuerte a Balaam por no obedecerlo, y que se atreviera en bendecir a sus enemigos, por lo que él muy rabioso se fue de ese lugar.

«Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus manos le dijo: Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has bendecido ya tres veces. Ahora huye a tu lugar; yo dije que te honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra. Y Balaam le respondió: ¿No lo declaré yo también a tus mensajeros que me enviaste, diciendo:

Si Balac me diese su casa llena de plata y oro, yo no podré traspasar el dicho de Jehová para hacer cosa buena ni mala de mi arbitrio, mas lo que hable Jehová, eso diré yo? He aquí, yo me voy ahora a mi pueblo; por tanto, ven, te indicaré lo que este pueblo ha de hacer a tu pueblo en los postreros días…

Será tomada Edom, será también tomada Seir por sus enemigos, e Israel se portará varonilmente. De Jacob saldrá el dominador,
Y destruirá lo que quedare de la ciudad. Y viendo a Amalec, tomó su parábola y dijo: Amalec, cabeza de naciones; mas al fin perecerá para siempre. Y viendo al ceneo, tomó su parábola y dijo: Fuerte es tu habitación; pon en la peña tu nido;

Porque el ceneo será echado, cuando Asiria te llevará cautivo. Tomó su parábola otra vez, y dijo: ¡Ay! ¿quién vivirá cuando hiciere Dios estas cosas? Vendrán naves de la costa de Quitim, y afligirán a Asiria, afligirán también a Heber; mas él también perecerá para siempre. Entonces se levantó Balaam y se fue, y volvió a su lugar; y también Balac se fue por su camino» (Números 24:10-25)

En este sentido, se puede ver como el enemigo de Israel, que era Balac, no pudo maldecir al pueblo escogido por Dios y mucho menos cambiar las palabras dadas por el Todopoderoso, y se tuvo que regresar sin su anhelo concedido, ya que ningún ser humano puede cambiar lo que Dios ha dicho.

Enseñanza de la frase Dios no es Hombre para que mienta

Enseñanza de la frase Dios no es Hombre para que mienta

Al leer la Biblia muestra la frase "Dios no es hombre, para que mienta" que permite enseñar a todos los creyentes en Dios, que Él es fiel a lo que ha prometido, pues Él no varía, ni cambia, sino que se mantiene firme ante los planes que ha establecido para todos sus hijos.

Y esta historia demuestra que nadie puede empeñarse en cambiar las palabras de Dios, y en ese empeño que tenía Balac en querer maldecir al pueblo no se cumplió, pues ya Dios los había bendecido, y su palabra es la que se establece y cumple a pesar de cualquier cosa contraria.

Esta es la demostración de la fidelidad de Dios mientras que el ser humano es infiel ante de lo que pueda prometer, ya que es seducido en poder mentir o faltar ante esas palabras que haya dado en algún momento. Esto quiere decir que Dios es perfecto, pues nunca miente y no necesita de cambiar su opinión.

Con esta frase que se encuentra en el libro de Números 23:19 es la afirmación de lo que Dios hace en la vida de sus hijos, es decir que siempre serán bendecidos en todos sus caminos, ya que Dios ha prometido que aquel que se acerque a Él creyendo con el corazón podrá recibir todas esas promesas que se encuentran en las Sagradas Escrituras, y que nadie se las podrá arrebatar.

«Los dones y llamamientos de Dios son sin arrepentimiento» (Romanos 11:29)

Esto es la demostración de las cualidades que tiene Dios, y es que Él está lleno de amor, santidad y fidelidad, no es como el hombre que cae de forma diaria en la mentira, en la duda y aun en el incumplimiento de lo que ha prometido, esto es la demostración que Dios es perfecto en todos sus caminos y palabras.

«Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste… Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí» (Isaías 45: 5, 21)

Se puede decir para finalizar que Dios no miente a sus hijos porque es un principio de su santidad, y es por ello que las Sagradas Escrituras se convierten en el libro de la verdad para cada una de las personas y es por eso que todos aquellos que tomen cada una de estas palabras escritas en este libro Santo podrán ver cada una de las promesas cumplidas en su vida.

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