Jesús lavó los pies a sus discípulos para demostrar uno de los hechos más importantes que muestra la Biblia sobre la humildad, ya que con esto demostró que Él había sido enviado para servir a otros.
Con esta enseñanza Jesús pudo darle a sus discípulos una lección sobre el poder de servir a otro, y de como es la actualidad todos los creyentes deben poner en práctica el servicio al otro, y ser un discípulo lleno de amor y humildad.
Jesús lavó los Pies a sus Discípulos
Jesús en cada encuentro que tenía con sus discípulos buscaba la forma de enseñarles las acciones que debían imitar para mostrar a Dios en su vida, es por ello que Él realizó una acción que demostró la humildad que Dios desea para todos aquellos que son sus siervos, y es por ello que él les lavó sus pies.
«Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis» (Juan 13:1-15)
En este momento la Biblia narra como Jesús lavó los pies a todos sus discípulos, luego de ello sucede la traición de Judas, quien lo llevaría a cumplir el sacrificio en la cruz del Calvario. Jesús sabiendo el cumplimiento de los tiempos enseñó a todos sus discípulos la humildad como el hecho que revelaría el valor del servicio que tiene que ser tangible en los hijos de Dios.
Por otra parte, el acto de limpiarle los pies a sus discípulos representa la purificación con la que deberían andar en el mundo por medio de la palabra que Jesús les había dado, es decir mostrar no sólo la humildad, sino que debían ser purificados de adentro hacia fuera para llevar la palabra de Dios.
Al ser limpiados los pies de los discípulos era la antesala de lo que vendría a convertirse en la gran comisión, que fue dada a todos los seguidores de Cristo antes de la ascensión a los cielos.
Por ello el plan divino es que cada uno de los creyentes deben ser purificados desde adentro, ya que la palabra de Dios trae liberación a las almas y es por eso Jesús encomienda a cada uno de sus seguidores que puedan hacer lo mismo que Él hizo a sus discípulos.
Significado de Lavar los Pies en esa época
Cuando se habla del significado de lavar los pies en la época de Jesús era una costumbre que se debía cumplir cuando una persona invitada llegaba a una casa, y eso era realizado por todos los sirvientes, quienes debían garantizar que los pies de la persona estuviesen limpios, sacándoles todo el polvo.
En este sentido, Jesús tomó su manto y se ciñó la toalla en su cintura para poder secar los pies de los discípulos, simbolizando lo que debía hacer un sirviente delante de los invitados, es por eso que los discípulos se oponían a que Jesús hiciera esa labor, ya que no era lo adecuado al verlo a Él como el Maestro y líder de todos ellos.
«Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza» (Juan 13:6-9)
Es por ello que Pedro en ese momento viene a representar a cada uno de esos pecadores que se sentían indignos de ser tocados por las manos santas de Jesús, quien había producido sanidad y libertad a las almas, es por ello que Jesús insistió en limpiarle los pies a Pedro porque si no lo hacía no podría ser parte con Él.
Esto representaba que solo por medio de Jesús la humanidad tendría salvación, siendo el único camino hacia el Padre así como lo dijo Él mismo a sus discípulos.
Jesús enseña el valor de la Humildad
Jesús conociendo cada cosa que debía ser corregida en la vida humana el vio como en varias ocasiones sus discípulos querían colocarse en lugares privilegiados y en una ocasión Juan y Jacobo le hicieron una propuesta donde mostraban su poca humildad, a lo que Jesús le respondió de una forma contundente para cambiar su punto de vista sobre la vida.
«Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda… …Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos» (Marcos 10:35-44)
Es por este motivo que Jesús decidió enseñar el valor de la humildad a todos los discípulos, ya que Él veía con preocupación como en muchas ocasiones ellos deseaban verse mayor que otros, y Jesús necesitaba que cada uno de esos corazones entendieran la importancia de la humildad como característica esencial de un hijo de Dios.
En este sentido al estar en ese aposento de aquella vivienda ninguno de sus discípulos decidió lavarle los pies a los otros, ya que esa actividad era responsabilidad de los sirvientes, y Jesús rompió esa tradición, mostrando lo importante que debía hacer cada uno de los seguidores de Él, y era mostrar la atención al otro.
Jesús quería que cada uno de sus discípulos desarrollarán un corazón amoroso donde la atención al prójimo debía ser esencia, pues ellos serían el reflejo del Padre en la tierra y eso se vería a través de las acciones que ellos ejecutaran, dejando a un lado sus deseos para servir con amor al prójimo.
Importancia de lavar los Pies a los Discípulos
La gran importancia que se le debe dar a esta enseñanza de lavar los pies a los discípulos es que un seguidor de Cristo tiene que servir a su semejante, ya que eso confirmaría el segundo mandato dejado por Él que es amar a su prójimo.
Jesús quería que todos los discípulos imitaran lo que Él estaba haciendo, y de ese modo cumplir la labor que Dios había encomendado a cada uno de ellos, y actuar de forma correcta como hijos de Dios.
De este modo, el objetivo de Jesús para todos los seguidores y sus discípulos es que actúen en himildad con su semejante, no mirarlo como alguien inferior sino con amor y ayudarlos en cualquier área que lo necesiten, porque de esa forma podrían salvar sus almas y que conocieran el amor de Dios.
Para culminar se puede decir que Jesús lavó los pies de sus discípulos para culminar la obra encomendada en la tierra, que es dar a conocer el amor de Dios a toda la humanidad, ya que Él se despojó de todo para que los creyentes pudieran recibir la gloria prometida de Dios, y de esa manera ser imitadores de su obra redentora.
«Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:3-11)
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