Mi identidad como hijo de Dios es lo que cada creyente debe desarrollar al entregar su vida al Señor, ya que a través de esta nueva vida se empieza a tener un encuentro diario con la presencia de Dios, y así tener todo
Al hablar de la identidad como hijo de Dios hay que entender que se inicia una nueva forma de vida, donde deja atrás la identidad del pecado en la que satanás lo tenía tomado y donde gobernaba sus pasos.
En este sentido, la palabra de Dios enseña que todos los creyentes
Mi Identidad
Cuando se habla de identidad hay que entender que toda persona desde que está formándose en el vientre materno recibe de sus padres la información genética para formar y definir los rasgos físicos al nacer y de esa forma esta identidad genética que lo hace único y particular.
En este sentido, al hablar de la identidad representan los rasgos propios de un individuo que lo caracterizan o diferencian entre los demás, y esos rasgos pueden ser desde el ámbito genético, social y cultural, ya que la suma de todos estos rasgos construyen con el tiempo la identidad y autoestima.
Por otra parte, al hablar de Identidad en lo físico se recibe de los rasgos genéticos de los padres, mientras que en lo cultural se recibe la identidad del país o región geográfica de donde viene, y a través de ser miembro de una familia se obtiene la identidad social a través del apellido paternal que lo hacen ser parte de la sociedad. Pero el rasgo más importante es la identidad espiritual, y esto se recibe de Dios.
Mi Identidad como Hijo de Dios
Hay que comprender que cuando el creyente dice mi identidad como hijo de Dios, hay que saber que Dios a cada persona los hizo únicos, colocando habilidades y virtudes que los diferencian entre los demás y desde la creación otorgó la identidad de hijo de Dios, ya que toda la creación lo hizo a su imagen y semejanza y al momento de soplar vida en el hombre transfiriendo su ADN en toda la creación.
Sin embargo, satanás desde el principio quiere que dude sobre mi identidad como hijo de Dios, ya que su objetivo era que desde Adán y Eva dudarán sobre la identidad que Dios les había entregado provocando la desobediencia, que traería consigo el pecado, y la pérdida de la identidad como hijos de Dios.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella» (Génesis 3:1-6)
Y aún satanás sigue buscando que el creyente pierda la identidad como hijo de Dios, y lo quiso hacer con Jesús, pero este enseña que no puede con aquel que sabe de donde proviene, y es un hijo de Dios de forma genuina.
En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.
Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, ya él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían» (Mateo 4:5-11)
Luego de ello, se ve como Dios mismo confirma delante de muchas personas la identidad de Jesús como su Hijo.
En ese sentido, es evidente que si satanás buscó tentar a Jesús, no se quedará tranquilo en hacer que el creyente pierda la identidad como hijo de Dios, y a través de cualquier circunstancia produce que la duda llegue a su vida. Es por ello que el creyente debe buscar cada día de la presencia de Dios renovando los pensamientos.
Para lograr ser libre del pasado y que el pecado no le haga reincidir en su vida pecaminosa, y de esa forma perder su identidad como hijo de Dios, hay que renovar cada día la búsqueda de Dios, ya que de lo que reciba cada día será el reflejo de su vida como hijo de Dios.
En este sentido, Jesús enseña que una persona obra según lo que abunda en su corazón, es decir si piensas que eres malo, entonces harás lo malo, y si piensas que eres bueno harás lo bueno. De tal forma, que eso influirá en mi identidad como hijo de Dios para poder desarrollar de lo que más se alimenta.
Consecuencias de perder mi identidad como Hijo de Dios
Cuando se aparta de la presencia de Dios eso produce que la identidad de Hijos de Dios se pierda, ya que empiezan a ser tangibles las obras que no agradan a Dios, y muestran facetas que no son las correctas delante del Padre Celestial.
El pecado le quita la identidad de hijo de Dios, ya que pierde todo a lo que se tiene derecho desde el principio, ya que hace vivir una vida que no es la que Dios tiene planeada para ellos.
En ese sentido, al perder la identidad de hijo de Dios, deja de ocupar el lugar que le corresponde y lo convierte en uno del montón. Y se siente avergonzado, ya no se siente digno de merecer las promesas que Dios tiene para el creyente.
Beneficios de mi identidad como Hijo de Dios
Al hablar de mi identidad como hijo de Dios, eso trae diversidad de beneficios entre las que se destacan la restitución de todo a lo que tiene derecho y le coloca en el lugar que le corresponde.
«Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo» (Gálatas 4:7)
En ese sentido, es imperante saber que la identidad como hijo de Dios, tiene derecho a pedir lo que quieras a Dios,
Esta vida nueva que se da al tener la convicción de ser un hijo de Dios, otorga la nueva identidad.
Al lograr creer lo que Dios piensa del creyente a pesar de su condición, su vida cambia, sus decisiones cambian, todo está destinado a la santificación y bendición que Dios desea entregar a sus hijos.
En ese sentido, el pecado era la naturaleza del creyente, ahora se tiene la libertad de decidir entre el pecado y la santidad. Es por ello que al tener la identidad de hijo de Dios puede recibir los privilegios de nacer de nuevo, y la vida que Dios le da al que lo busca de forma genuina.
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