Estableciendo el Reino de Dios

Estableciendo El Reino De Dios

Estableciendo el Reino de Dios, es lo que todos los creyentes de Dios deben proclamar en la tierra, ya que todos deben convertirse en esos embajadores del reino de los cielos como lo proclama la palabra de Dios.

«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios» (2da. Corintios 5:20)

En este sentido cuando una persona está estableciendo el Reino de Dios, lo hace con poder, pues esa es la evidencia que en medio de Él se mueve el Reino de Dios así como lo hizo Jesús cuando estuvo en la tierra.

«Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis: Los ciegos ven, y los cojos andan, los leprosos son limpiados, y los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio» (Mateo 11:4-5)

Índice
  1. El Reino de Dios en la Biblia
  2. Promesa del Reino de Dios
  3. Estableciendo el Reino de Dios

El Reino de Dios en la Biblia

Estableciendo el Reino de Dios

La Biblia explica que desde el principio Dios trabajó estableciendo el reino en la tierra por medio del hombre, pues Él quería que este se enseñoreará de todo lo que Él le entregaba, y de esa forma poder gobernar.

«Los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra» (Génesis)

Sin embargo, cuando el hombre peca pierde esa autoridad que Dios le había entregado, y es desde ese momento que existe esa lucha espiritual entre estos reinos, y aún en la actualidad eso está vigente.

«Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12)

Es por ello, que el hombre fue creado para trabajar cada día en establecer el Reino de Dios donde camine. Y el mismo David cuando fue el rey de Israel se dispuso cada día en proclamar el establecimiento del Reino de Dios en todo lugar, y adorar a Dios con todo su corazón.

«De modo que David no quiso llevar a su casa, a la ciudad de David, el Arca de Jehová, sino que la hizo llevar a casa de Obed-edom, el geteo. Y estuvo el Arca de Jehová en casa de Obed-edom, el geteo, tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa. Cuando se le avisó al rey David: «Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene a causa del Arca de Dios», fue David y trasladó con alegría el Arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David» (2da. Samuel 6:10-12)

En este sentido, la Biblia enseña claramente que el enemigo no podrá detener el Reino de Dios, y cada vez que se quiera levantar en oposición a sus designios será avergonzado satanás y todos sus demonios, así como lo hizo Jesús cuando los venció en la cruz, despojándolos de toda autoridad.

«anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:14-15)

Promesa del Reino de Dios

Estableciendo el Reino de Dios

Para los creyentes en Dios, hay una gran promesa que ha sido profetizó Daniel desde hace muchos años, que es vivir en el Reino de Dios, que es eterno, un reino que reemplazará a todos los gobiernos humanos y será comandado por el Rey de Reyes, Jesucristo el Salvador.

«Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre» (Daniel 2:44)

«El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 11:15)

De esta forma, solo los justos podrán ver y vivir este reino, convirtiéndose en el galardón que Dios tiene preparado para todos aquellos que se despojan del pecado sufriendo aflicciones y batallas, y se entregan a su servicio estableciendo su Palabra en todo rincón en la tierra.

«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venid» (Romanos 8:18)

Es esa herencia que Dios ha otorgado, que podrá disfrutarse en el momento que sean levantados todos los creyentes, cuando llegue Jesús en su segunda venida a la tierra, y en la que serán transformados los cuerpos para disfrutar de esa vida eterna en el reino de Dios prometido.

«Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados» (1ra. Corintios 15:50-52)

Todo esto, se obtiene por medio de la fe, ya que aún no se puede ver el Reino de Dios, pero el Señor dice en su Palabra que será una realidad, y de esa forma poder recibir tan bendecido futuro. De tal manera, que esos ejemplos de hombres y mujeres de fe que habla Hebreos 11, muestra que ellos tomaron la decisión de creer basándose en las palabras de Dios.

«Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» ( Hebreos 11:6)

Es por ello, que se debe cada día alimentar el conocimiento de lo que será el Reino de Dios y tener fe en esa promesa. Es entender que es una dádiva de Dios, y todo el que crea podrá ser participe en este poderoso plan.

«a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas» (Hebreos 6:12)

Estableciendo el Reino de Dios

Estableciendo el Reino de Dios

Al hablar que el hombre es el que debe estar estableciendo el Reino de Dios en la tierra, hay que analizar lo que dice la Biblia en los tiempos de Juan el Bautista, quien entendido en el tiempo que se vivía movido por el Espíritu Santo, dijo algo que aún en este tiempo tiene cumplimiento.

«Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos se apoderan de él» (Mateo 11:12)

Esto quiere decir que el Reino de Dios crece en las manos de todos los creyentes, quienes se esfuerzan en establecer la voluntad del Padre, de una forma veloz y agresiva moviéndose a través de los dones y talentos otorgados por Dios a cada uno de sus hijos.

«Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo» (Romanos 14:17)

La presencia de Dios en cada persona ayudará a que se cumpla el anhelo del Padre Celestial en la tierra, y el mundo pueda conocer que Él es real. Por lo tanto, todos los creyentes en Dios deben permitir que el Espíritu Santo los dirija, y de esa forma obtener ese poder que viene del Cielo, para poder establecer el Reino de Dios.

«Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1ra. Corintios 4:19-20)

El establecimiento del Reino de Dios no consiste en llevar un mensaje humano, se trata de transmitir el mensaje de Jesucristo y el sacrificio hecho para salvación de la humanidad. Es un mensaje dirigido por un creyente convertido por la fe en Dios, donde sus palabras y acciones son impregnadas por la presencia de Dios.

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:22-23)

Cuando el Espíritu de Dios viene sobre la persona no se puede callar, y es transformada por completa, sus palabras son transformadas y sus acciones siendo dirigidas en proclamar la palabra de Dios con autoridad y establecer el Reino de Dios en todo lugar que pisare.

Dios está anhelando establecer su reino en la tierra, y es por medio del pueblo que cree en Él que podrá suceder. Por ello, cada creyente debe anhelar el reino de Dios, por medio de acciones, de palabras que edifique las vidas de los que están perdidos, allí estará estableciendo el reino de Dios, por eso prosigue el llamamiento de Dios y cumplirá su promesa en su vida.

«prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3:14)

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