El Señor habita en la alabanza, es lo que la Palabra de Dios dice, que al rendirle tributo de adoración es la vía para disfrutar plenamente de la presencia de Dios, ya que Dios habita en la alabanza. En ese sentido la alabanza realza la gloria de Dios y permite a quienes la tributan escuchar la respuesta de su soberanía celestial.
A través del Espíritu Santo se recibe esa conexión al cielo, al buscar su presencia y conectarse en la alabanza, ese es camino para que el Señor habite en medio de la alabanza siendo la respuesta de lo alto que se puede adoptar en diversas maneras, tales como, milagros o consolación y un llamado al silencio o al temor reverentes, la convicción de pecado y la salvación de los pecadores.
La Alabanza
Al hablar la alabanza eso significa “encomendar, aplaudir o magnificar" para el creyente la alabanza al Señor es una expresión de adoración, de exaltación y glorificación a Él. Es la expresión de humillación de exaltación donde el centro es la atención en el Señor con expresiones que salen del corazón de amor, adoración y gratitud.
Es por ello que la palabra de Dios dice que el Señor habita en la alabanza, y es por esa razón que el Señor llega y se manifiesta permaneciendo en medio de la alabanza, pues no hay lugar para las quejas o los reclamos, porque estos son producto de estar centrados en las circunstancias y no en el Señor.
La alabanza al Señor lleva a que el espíritu del creyente esté en el pináculo de la comunión e intimidad con el Señor. La alabanza transporta al creyente al creyente a la esfera de lo sobrenatural y del Poder de Dios, ya que el Señor habita en la alabanza.
El Señor Habita
Al comprender el término de habita, que viene de la palabra "habitar", que viene del hebreo yawshab que significa "sentarse, permanecer, establecerse, o casarse". Eso quiere decir, que el Señor hace más que manifestarse cuando se le alaba, su presencia permanece con el creyente y establece una relación cada vez más fuerte con él.
En este sentido, el Señor habita en la alabanza produciendo una poderosa verdad, que es hace crecer la fe y la confianza, liberando al creyente de las molestias, el tormento y la esclavitud maligna.
El Señor Habita en la Alabanza
El Señor habita en la alabanza, producto de la consecuente adoración de un corazón agradecido. Hay muchas acciones implícitas en la alabanza al Señor, que están llenas de expresiones verbales de adoración y de acción de gracias, donde se canta, toca instrumentos, grita, danzan, levantan las manos.
Sin embargo, la verdadera alabanza al Señor no es simplemente realizar estas acciones, ya que Jesús habló acerca de la hipocresía de los fariseos, cuya adoración no era solamente una ejecución de cosas de forma externa y no procedían del corazón.
«Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí» (Mateo 15:8)
En ese sentido la alabanza genuina está relacionada con una cuestión de humildad y devoción sincera al Señor y que proviene del interior, al decir que El Señor habita en la alabanza, es que el recibe la alabanza y la adoración sincera de forma agradable ante un corazón sincero.
El Señor se deleita en el amor y la devoción de sus hijos e hijas y es por ello que el Señor habita en la alabanza de su pueblo, y de acuerdo a las Escrituras, las expresión de alabanza trae bendición la bendición del Señor.
La alabanza al Señor es un estilo de vida que debe tener el creyente, ya que eso está interrelacionado como parte de la vida de oración diaria. En el trabajo, en el carro, en su casa, en la cama, o en cualquier lugar, el Señor habita en la alabanza trayendo refrescamiento con su poder y su unción.
La alabanza es la expresión de fe y una declaración de victoria, que admite la presencia del Señor, por lo que el habita en la alabanza, tomando control del resultado de cada una de las circunstancias
El Señor habita en la alabanza, aunque Él está presente dondequiera, hay una manifestación única de su dominio, que se revela de manera particular en la atmósfera de la alabanza. Allí se encuentra el remedio para los momentos cuando el creyente se siente solo, abandonado o deprimido. Por lo que al estar en la alabanza permite que esa soledad se acabe, y trae la presencia del Señor a guardarlo.
El Señor Habita en la Alabanza alejando al Enemigo
Debido a que la alabanza produce que el Señor manifieste su presencia con poder, también produce que la alabanza repele la presencia del enemigo, satanás, creando una atmósfera llena con adoración y alabanza sincera a Dios de corazones contritos y humillados produce la molestia del enemigo.
Cuando el Señor habita en la alabanza produce que el enemigo tema al creyente, ya que la invocación de su poder en el Nombre de Jesús, y de esa forma huye de la habitación del Señor en alabanza.
El Señor libra a sus hijos cuando están en problemas, y la alabanza despierta que su poder descienda. Cuando los hijos de Judá se encontraron atacados por muchos ejércitos ellos buscaron al Señor por su ayuda, y el Señor les dijo que salieran en contra de ellos y que Él pelearía por ellos, y ellos conocían que el Señor habita en la alabanza enviaron su ejercito en contra de sus enemigos, guiado por alabadores.
Cuando el creyente empieza a alabar el nombre del Señor, la alabanza hace que los enemigos salgan huyendo es por ello que se debe alabar en todo tiempo y de esa forma experimentar la liberación del Poder de Dios, ya que el Señor habita en la alabanza de un pueblo que lo ama de forma genuina.
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