La parábola de la Gran Cena es una enseñanza que Jesús relató anunciando el llamado que hace Dios a entrar a su salvación, y que el pueblo pueda arrepentirse, y se refiere a los privilegios y bendiciones obtenidas al ser invitados a la gran cena con el Señor.
El poder de las enseñanzas de las parábolas son un motivo de estudio, y este relato hecho por Jesús no se queda atrás, son nueve versículos que encierra varios sentidos, que desarrolla la gracia de Dios y como muchos rechazan esa invitación a la gran cena del Cordero.
La parábola dice así:
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.
Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena» (Lucas 14: 15-24)
Parábola de la Gran Cena
Jesús motivado en expandir el mensaje del reino de los Cielos, se caracterizó en recibir invitaciones a cenas donde, se reunía con sus discípulos y seguidores para hablar del mensaje de salvación. Pero en esta oportunidad recibió la invitación de un fariseo, que buscaba la forma en desacreditar su mensaje, y más al ver que en el día de reposo había sanado a un enfermo.
Jesús sabio en cada enseñanza dada a todos sus oyentes se encargó en este tiempo de enseñarles sobre los procedimientos para las invitaciones, y las normas al estar presente en el lugar de la cena explicando lo siguiente:
Más bien, cuando seas convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó te diga: Amigo, pásate a este sitio de más categoría. Entonces tendrás el reconocimiento de los que se sientan contigo a la mesa» (Lucas 14: 8- 10)
De ello se desprende la importancia que Jesús le daba a la humildad, y que debían ser menos pretenciosos en quererse ver exaltados. Pues, en ese tiempo las cenas se daban en una mesas que estaban categorizada por la autoridad que representaban.
Las mesas tenían 4 lugares de mayor importancia, se sentaban en colchonetas alrededor de ella, y los invitados se reclinaban a la mesa. En la cabecera estaban los lugares de honor y el puesto central era el más importante. Alrededor de la mesa se ubicaban los lugares de menor importancia.
Jesús al ver esta costumbre en que solo se invitaba a las mismas personas, y eran categorizados, enseñó lo siguiente: "Cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos; y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos" (Lucas 14: 13-14)
Esa enseñanza fue la que motivo a un hombre que estaba en ese lugar exclamar: "Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios" (Lucas 14: 15)
Produciendo la narración de Jesús sobre la Parábola de la Gran Cena, incitando a la apertura y hospitalidad de los que necesitan realmente y que no tengan como devolver el agasajo. Algo que Dios brindará a través de esta gran cena que prepara.
Parábola de la Gran Cena y sus Símbolos
El peso de las parábolas dadas por Jesús están relacionadas con todos los aspectos del reino de los cielos, y que llegan a la profundidad de los oyentes. En este aspecto esta parábola está fragmentada en varios momentos.
"y convidó a muchos" en este tiempo cuando se daba un banquete se anunciaba la fecha de la cena, y se confirmaba la asistencia del invitado siendo comprometido en asistir, ya que este tipo de evento era una jornada donde se preparaba un gran festín con comida y agasajo para los asistentes, y ellos debían prepararse con lo mejor para ese gran día.
En el aspecto espiritual esta invitación se refiere al llamado de Dios al arrepentimiento y el camino a su salvación. En ese momento se refería al pueblo judío que llegasen a entender el llamado que Dios pedía de sus hijos: arrepentirse y entrar a su gran cena.
Hoy en día se habla que todos son invitados y pueden asistir con su mejor traje. El decir convidó a muchos es una gran cantidad de personas, que se les está dando el mensaje para que pueda asistir a esta fiesta de vida eterna, que Dios quiere dar.
"envió a su siervo a decir los convidados: Venid, que ya todo está preparado" cuando es todo está preparado habla que el banquete está listo, que el espacio está dispuesto de la mejor gala para recibir a sus invitados. Y es ese siervo el que les recuerda el compromiso de la cena.
En esa época Jesús era ese siervo que anunciaba que todo estaba listo, preparado para que todo el que aceptara su invitación disfrutará de ser libre de condenación. Que ese pueblo pudieran entender que por medio de Él, entrarían a esa gran cena. "Yo soy la puerta; el que por mí entraré, será salvo" (Juan 10: 9)
Hoy ese siervo es el que predica la Palabra, que está dispuesto a recordarle la invitación de Dios y la gran cena que ha prometido compartir. Dando a conocer las bendiciones espirituales que están esperando por aquel que acepta esta invitación de seguir a Cristo, de disfrutar de ese manjar que promete en su morada eterna.
Prosiguiendo el relato que da Jesús, en esta parábola, el siervo como era costumbre sale a informar a los invitados el inicio del banquete, todo se desarrolla como esta estipulado hasta que los invitados se niegan a asistir, rompiendo el compromiso adquirido:
Jesús al narrar esta parábola menciona estas tres excusas, esto produjo que sus oyentes se sobresaltaran, pues la negativa de los invitados se convertía en un insulto y humillación pública del anfitrión, que se había preparado con lo mejor para la cena. Algo que para la época era algo muy inapropiado.
En la actualidad, este extracto viene a representar los tipos de invitados que se niegan a seguir a Cristo y aceptar su salvación. El primero es el que necesita ver otras cosas que considera más importantes: "He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses"
La banalidad, los placeres, que el ser humano adquiere, esas posesiones físicas que le dan seguridad entender herencia terrenal, pero que rechazan la herencia y el placer de la gloria de Dios.
El segundo es el que tiene que probar algo para su negocio, “He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos” los negocios, el trabajo, los estudios se convierten en el dueño del tiempo de este tipo de invitado.
Estas personas no se dejan ocupar por otra cosa, su tiempo es limitado para lo que consideran "importante". Se pasan la vida trabajando y ocupado en ello, sin darle una mirada al llamado de Dios, produciendo desvanecerse esa vida eterna.
El tercero es aquel que tiene que disfrutar su momento con su pareja o familia “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir" todas las relaciones bien sean matrimoniales, familiares o de trabajos tienen una gran influencia en este tipo de invitado.
Este se niega en recibir la invitación de Dios por no fallarle a su pareja, en algún compromiso adquirido o por seguir en su rutina diaria con estos afectos del corazón, demostrando que eso es quien ocupa el primer lugar y Dios no está como prioridad.
Es evidente como la sabiduría de Jesús refleja una realidad tangible, las posesiones, los negocios, las relaciones afectuosas son las excusas más comunes, de este tipo de persona que Dios ha invitado a que acepten la salvación, y pueda disfrutar del banquete de bendiciones eternas.
Para la época Jesús estaba refiriéndose a los fariseos directamente, quienes se negaban en aceptarlo y cumplir el arrepentimiento que le garantizaba la entrada al cielo. Ellos se excusaban en ser eruditos de la Palabra y no tener tiempo en escuchar a un blasfemo, como se referían a Jesús.
Jesús prosiguiendo la enseñanza detalla la actitud del anfitrión deshonrado:
Entendiendo que para la época era una deshonra el hecho que sus invitados no asistieran a su banquete. Este hombre pudo amenazarlos con alguna demanda por la deshonra pública.
Sin embargo, él rompió con toda la ley y pidió a su siervo que llenara su casa con todo tipo de personas que aceptaran su invitación.
Es sabido que para la época debían ser de la misma categoría o extracto social, y que el dueño decidió invitar "a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos" reforzando Jesús lo valioso que es la inclusión en el reino de Dios.
Además, haciendo referencia que este extracto de la sociedad era el que recibía con mayor facilidad la invitación de salvación, que Jesús pregonó durante todo su ministerio.
Pero al llevarlos aún había lugar: "Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar"
Esto alude a que Dios está llevando su invitación a todos porque hay mucho lugar en su reino, y desea que todos puedan estar allí, disfrutar de todo lo que tiene preparado.
Cuando habla de "fuérzalos a entrar" se refería a que las personas de la época si no eran de la misma clase social, y habían recibido una invitación previa debían por ley, no aceptarla. Por lo que el siervo debía tomarlo del brazo, y llevarlo a la cena para forzar su entrada y que vieran la veracidad de la invitación.
Hoy en día estos siervos trabajan en predicar en plazas, calles y en todo lugar para mostrar al mundo que Dios los recibe, y le está haciendo una invitación. Y lo hace sin hacer acepción de personas, pues el deseo de Dios es que todos se arrepientan:
Por su parte este tercer momento de esta parábola cierra con una frase contundente:
"ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena"
En el entorno que fue narrado, Jesús culmina la enseñanza haciendo alusión a todos los fariseos que lo escuchaban, quienes se negaban en recibir la invitación que Dios les enviaba a través de Él.
Es una aseveración de lo que sucede con aquellos que se niegan en aceptar la invitación que hace Dios. Y serán excluidos de la vida eterna producto a la negación de un banquete de bendiciones eterna.
El llamado en asistir a la Gran Cena
La Parábola de la Gran Cena es el anuncio de un Dios que está preparando una gran fiesta, y quiere que todos puedan asistir y no deshonrar su nombre. Así como lo hicieron los invitados de la historia que relató Jesús.
El poder asistir a esta cena depende de aquellos que digan ¡Si! a la invitación, y se preparen para ella. Actualmente, muchos han aceptado la invitación pero con sus acciones quizás no puedan ser parte. No se asistirá a ella por las condiciones individuales de cada persona, sino caminando conforme al llamado hecho.
Hay una mesa que se prepara para degustar abundancia de manjares, y el mundo tiene una invitación que está pronta a caducar y aquellos que no la hayan aceptado, lamentablemente, recibirán otro tipo de degustación que no será la más sabrosa y placentera.
Aún hay muchas personas que sienten que no merecen esa invitación, y en ese caso hay que entender que Dios los invita a todos a que la acepten y se vistan de buenas obras, y sean partícipes de la gracia redentora en todos los pasos que de en la vida.
La parábola de la Gran Cena es la invitación para todos en recibir la gracia de Dios. Él quiere que todos acepten la invitación, nadie la compra, solo Él la entrega a la mano de todos aquellos que se disponen en aceptarla.
Cada persona decidirá si estar o no en este gran banquete, donde la alegría y el gozo será la característica principal de la velada, que está preparada para olvidar la tristeza y el agobio, y donde eternamente sobreabundará la dicha y paz.
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