Entre las enseñanzas dadas por Jesús durante su ministerio se encuentra la parábola de las 10 vírgenes, que en el contexto de la época vino a explicar los preparativos para una boda y cómo debería estar lista la novia a la llegada del futuro esposo.
Esta analogía empleada por Jesús viene a codificar el proceso que vive el creyente, ante la inminente llegada del reino de Dios, y de como algunos estarán preparados y entrarán, pero otros por el contrario no lo harán.
Jesús hace este relato a sus discípulos y seguidores, luego que en el capítulo 24 de Mateo narra los eventos y señales antes del fin. Por lo que se infiere que su propósito es alertar y hacer entender, de qué cosas deberían cuidarse sus seguidores, y cuales hacer para escoger el camino correcto, y obtener la vida eterna.
La Parábola de las 10 Vírgenes
En esta parábola Jesús describe un evento conocido de la época, representado a través de los personajes y elementos que describe, que están llenos de simbolismos que busca estimular al creyente, a prepararse al llamado hecho por Dios.
Jesús narra en Mateo 25: 01 "Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo"
En primer lugar, hace una comparación del reino de los cielos con las vírgenes. En este contexto, cuando habla de virginidad habla de pureza, inocencia, castidad, señalando que esa es la cualidad más importante, para esperar al esposo.
También, se desprende que estas doncellas esperaban a su esposo bien hermosas, ataviadas con vestidos blancos. Eso habla de un tiempo de preparación, y estar impecables ante su amado.
En el mensaje para el creyente se refiere a que el reino de los cielos es puro, limpio, y que para su entrada implica tener esa característica. Además de estar vestidos con un atuendo acorde a la ocasión, que es representado en el tiempo de preparación, para el momento del llamado, es decir sin ningún tipo de manchas.
Asimismo, la importancia del número 10 en este número en el contexto de la enseñanza judía de la época de Jesús, ya que 10 fueron los mandamientos dejados por Moisés (Éxodo 20), por lo que Jesús hace énfasis en ese orden divino que representa el número 10.
Por otra parte, este versículo habla que cada una salió con una lámpara, era de noche y debían iluminar el lugar donde se encontraban, además de estar muy apercibidas de su alrededor, para no ensuciarse.
Jesús vino a develar con ello que la lámpara encendida es la Palabra de Dios, y debe ser muy importante para el creyente que lo enrumbará en su camino sin tropezar: "Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino" (Salmos 119: 105).
A través de la Palabra Jesús quiere sostener la obra del hombre, y ser reflejo de las buenas acciones para iluminar y bendecir su entorno, siendo esa lumbrera que Jesús mismo dijo en Mateo 5: 16
Actitud de las 10 Vírgenes
Jesús en esta parábola hace mención que las vírgenes salieron a esperar al esposo, pero no señala la hora de llegada, por ello es importante analizar las acciones de las doncellas ante ello:
A primera vista se destaca que las doncellas eran diferentes, se califica en dos grupos, uno como el grupo de las prudentes y el otro grupo de las insensatas. De ello se puede sacar las siguientes deducciones:
Las cinco vírgenes estaban convencidas que su esposo llegaría a buscarlas, para el evento más importante de sus vidas. Sin embargo, se detuvieron en pensar en la posibilidad de algún contratiempo, por el recorrido que los esposos debían hacer. Es por ello se abastecieron de aceite, para que sus lámparas no se apagaran.
Caso contrario se presenta con estas otras cinco doncellas, que no tomaron aceite extra, pues consideraban tener suficiente, para esperar al esposo. De ello se puede decir que ellas no prevenían, eran inmaduras, incapaces de percibir cualquier panorama adverso que podría presentarse, vivían el momento, sin pensar en el futuro cercano.
En el contexto de este tiempo el aceite representaba el combustible necesario para mantener encendida la lámpara, y no quedar a oscura. Entendiendo que no solo debían tener encendida la lámpara a la espera del prometido, sino que esa luz las haría visibles, ante sus prometidos.
Para un creyente el aceite puede representar varias cosas: la fe, el empuje en agradar a Dios con sus acciones, leer y cumplir sus mandatos, tener una relación estrecha con Dios. Pero que se resume en una sola cosa: El Espíritu Santo, que es aquel que vendría "él os guiará a toda la verdad" (Juan 16:13)
Siendo la lámpara la Palabra de Dios, y el aceite el Espíritu Santo, es decir la revelación del reino de Dios. Jesús sabiamente, deja el mensaje al creyente que ese aceite (Espíritu Santo) debe verterlo en la lámpara (Palabra de Dios), pues sin ese aceite no habría luz, es decir revelación.
Jesús viene a mostrar de esta forma a los tipos de creyentes, y de como se preparan ante la venida del reino de los cielos. Por lo que se determina que está un grupo que busca sabiamente prepararse ante cualquier eventualidad, y está el grupo que se conforma con lo que consigue.
Jesús prosiguiendo con su relato consolida su apreciación, al hecho de segmentar a 5 vírgenes como sabias y las otras 5 en insensatas:
Hay algo interesante que se ve en este pasaje, y es que al tardarse el esposo, las vírgenes se durmieron. Es incongruente que en el día de su boda se hayan quedado dormidas, siendo la gran fiesta de sus vidas. La lectura que se puede hacer es que no le daban tanta importancia en la llegada del novio, pues ellas suponían que él la esperaría.
Para un creyente el quedarse dormido representa que no aprovecha el tiempo sabiamente, en leer, ayunar, orar escudriñar la Biblia y prepararse, es perder la oportunidad en conocer las bondades de Dios, ya que desvía su mirada al propósito destinado para su vida.
Las vírgenes al escuchar las voces “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! se levantaron para recibir al esposo”. El grupo de las vírgenes prudentes estaban alegres y confiadas, en tener sus lámparas encendidas, y tener más aceite, ya que tendrían más tiempo para su celebración de bodas.
Por su parte las vírgenes insensatas estaban nerviosas, porque no llevaron más aceite y le piden ayuda a las sensatas "Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan". Y en ese momento el temor visitó a estas vírgenes, que buscaban la forma de mantener sus lámparas encendidas.
De igual forma, es importante aclarar que las vírgenes prudentes se diferencian de las insensatas solo en que se prepararon por completo, ya que ellas durmieron igual, pero tenían suficiente aceite para esperar al esposo, sin importar el tiempo que pasara.
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En esa condición es que desea Jesús que los creyentes esperen su venida, pues estas doncellas sabían que el esposo llegaría, y sería el inicio de una nueva vida, por lo que no dañarían ese momento por nada. Jesús quiere que ese aceite no falte y esa lámpara se mantenga encendida, que el creyente tenga esa luz resplandeciendo por el tiempo que sea necesario.
Con mucha frecuencia se encuentran creyentes que tienen esa luz de la lámpara parpadeando, tienen conocimiento de la Palabra, pero permiten que el Espíritu Santo se contriste, a causa de su descuido en la oración, la lectura de la Palabra, y se creen autosuficientes en el "conocimiento" adquirido, alejándose de la fuente del combustible para esa lámpara.
Continuando Jesús con la narración de esta parábola, explica como las vírgenes prudentes viendo la proposición de las insensatas, le responden sabiamente:
Es evidente que las sensatas no podían arriesgarse en darle aceite, y perder la visibilidad de ellas también, pues si compartían el aceite, se acabaría más rápido y el esposo no tendría luz para la celebración, y en medio de la oscuridad de la noche no las verían.
Las vírgenes insensatas salieron en búsqueda de ese aceite a una hora tardía, y a escasos minutos de la llegada del esposo. Esa falta de preparación dio como resultado el temor, el cansancio, la improvisación y la decepción.
Este pasaje evidencia el resultado de la preparación previa de las vírgenes, pues fueron afortunadas al entrar a la celebración de la boda "las que estaban preparadas entraron con él a las bodas".
Estas cinco mujeres nunca dudaron en la llegada de su esposo, él se los había prometido. Estuvieron listas y sus mirada nunca se desvió en ser visibles para ellos, pues esa luz de las lámparas era la garantía que ellos las verían, y que los esposos las pudiesen reconocer.
A diferencia de las insensatas que salen corriendo para poder ser reconocidas por ellos: “también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!". Jesús no afirma si tienen las lámparas encendidas, solo relata lo tarde que fueron a buscar el aceite, produciendo la mayor decepción de una novia: "respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco".
Que devastador debió ser para estas cinco vírgenes, ser rechazadas por sus esposos en el momento de la festividad. Jesús ilustra una triste realidad, el no ser reconocidas por la oscuridad que la cubrían. Por ello esta parábola viene a alertar al creyente en la venida del Señor, y que las lámparas estén listas, para ser reconocidos por Él.
Jesús da una excelente ilustración, de como el creyente no puede correr ningún tipo de riesgo, y mantener el aceite e iluminar con esa llama esperada por el Señor, siendo sabios en cada paso dado, dirigidos por el Espíritu Santo.
Un Llamado a la Iglesia
Jesús termina este relato con un llamado directo a todos los creyentes:
Todo el relato dado por Jesús se detiene en que el creyente tenga cautela, y proceda de la manera correcta en la preparación a su segunda venida.
Un mensaje que exhorta a confiar en su llegada, ser constantes en el camino del Señor "porque no sabéis el día ni la hora", ser sabios, no menguar en obtener ese aceite dado por el Espíritu Santo, y mantener la llama viva por el amor a su Amado.
Una vez que Jesús allá venido por su novia, ya no se tendrá oportunidad de regresar el tiempo, y prepararse adecuadamente, y es el creyente que decidirá si será excluido o será llevado al festín de la boda.
Aquí es donde Jesús hace reflexionar al creyente sobre la vida que lleva, que quizá esta llena de engaños alejándolo del camino de salvación. Solo de ellos dependerá el alumbrar en medio de la oscuridad del mundo, o ser esa luz parpadeante que se apaga.
La parábola de las 10 vírgenes representa al creyente prudente que se prepara conforme al mandato dejado por Jesús, y al insensato que está empeñado en no hacer la voluntad de Dios. Y aclara que en la segunda venida de Jesús desde los cielos, vendrá el juicio para todos, y algunos celebrarán y otros llorarán.
Y como punto final enseña que la salvación se obtiene de manera individual, y no se podrá pedir prestado a nadie un poco de lo que hayan almacenado. E invita a la sensatez del creyente en seguir tomando de la provisión y guardarla hasta que sea el momento de necesitarla.
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